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Paredes grises

  • Foto del escritor: Carla Messori
    Carla Messori
  • 9 may 2018
  • 3 Min. de lectura

Solo veo estas paredes grises y tristes que combinan con mi cama y sus sabanas azul claro con blanco, hay unos pocos crayones de cera en el piso con unas hojas en blanco, desde esta perspectiva el techo es muy alto, me parece imposible la idea de cambiar el bombillo, mucho menos salir de aquí, en mi única ventana esta ese pajarito amarillo que siempre se escurre entre las rejas, a veces si me concentro escucho el cuchicheo del pasillo, veo hormigas caminar por debajo de la puerta –me voy a volver loca- así que grito hasta que no queda aire en mis pulmones, respiro y vuelvo a gritar, una y otra, y otra vez; entra la maldita enfermera en compañía.

-Basta Patricia- dice mientras me agarran e inyectan algo en mi brazo me dejan caer y mis uñas arañan el piso hasta que me quedo dormida.

***

Despierto con un golpe en la puerta y una bandeja de desayuno me pregunta mi nombre y no respondo, solo jalo mi bandeja por el la puertilla en la pared… entonces según calculo este es mi 557 día aquí –hago una marca en la pared- es decir casi mi semana número 79, llevo casi 79 semanas viendo las mismas paredes grises desconchándose como una capa de piel luego de quemarse bajo el sol, no tengo permitido salir de esta triste y patética habitación, a menos que así se ordene, dicen que he sido mala, que no debo oírlos, que debo reprimir los pensamientos que me dicen que las paredes desconchas asemejan a estar desangrándose, a que pierden su vida al igual que yo, que no debo pensar en cómo matarlos y escapar, que este es un lugar seguro para personas especiales y diferentes como yo.

***

Hago una raya en la pared más y la señora de blanco me trae el desayuno, me pregunta cómo me llamo y digo Angélica, ¿cómo más me voy a llamar? en eso me da un chocolate –me gusta el chocolate- me siento a arrancar los pedacitos de pared que se caen, así tendré más espacio para dibujar y quizás hoy me dejen ir al patio a jugar.

***

Hoy me dicen que cual es mi nombre -¡soy Andrea obviamente quien va a ser!- estas paredes dan asco, este gris ya paso de moda, y que patético las paredes se desconchan y al parecer hubo un niño jugando aquí, por los colores y los garabatos en todos lados, que desastre tomo los colores y los agrupo en un vaso de plástico que está en el suelo pero antes hago una raya para llevar la cuenta, ordeno las hojas blancas, para luego tender mi cama hasta que quede sin una arruga, me siento derecha y tomo los lentes para leer y un libro que está en la esquina.

***

Hoy marco un día más en la pared 560 –necesito salir de aquí- a toda costa.

-¿Cómo te llamas?- lo pienso bien.

-Soy Angélica- digo sonriendo.

-Bueno Angélica toma- y me tiende un chocolate, asco odio el chocolate.

-¿Puedo salir a jugar hoy?

-Déjame hablar con la doctora.

Se abre la puertilla y la doctora se asoma.

-Hola Angélica.

-Hola doctora.

-¿Cómo te sientes hoy?

-Bien- escondo mis manos detrás de la espalda.

Revisa la habitación con la mirada y me ve a los ojos mucho tiempo, siento que me descubrió.

-Raquel hoy no vas a salir- ¡maldita perra! Trato de agarrarla pero en vez de eso cierra la puertilla. Algún día no se va a dar cuenta, y me dejara salir, le quitare las llaves y se las clavare en el cuello y romperé su cráneo contra estas malditas paredes grises.

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