Despedida

-¿Dónde coño esta?- me pregunto en voz alta, debería estar aquí hace casi una hora, sé que se está despidiendo de muchas personas pero tampoco así.

Pasan como 20 minutos más y recibo un mensaje que dice que ya está afuera. Bajo corriendo las escaleras, respiro hondo antes de abrir la puerta para verlo. Toco la ventanilla del carro y abre los seguros de este y entro, lo saludo con un besito en el cachete ¡Dioos el huele tan bien! el carro queda impregnado con su perfume, siempre es así.

-Lo siento haber llegado tarde, pero la despedida con mis panas se extendió un poquito pero obvio no te podía dejar embarcada.

Que bello, se disculpó antes que yo dijera algo, sonrió y digo –Tranquilo no te preocupes, creí que no ibas a venir.

-Estás loca, claro que iba a venir

-¿Cuéntame que haremos?

-Mmm… esta botella de vino es con la que me he despedido hoy, así que bueno vamos a un lugar para continuarla.

Me rio él es tan auténtico, así siempre él, no importa donde este o en qué situación se encuentre –Claro, me gusta la idea- veo su cabello alborotado y su barba muy poblada con una sonrisa gigante que no ha quitado desde que me monte en el carro.

Llegamos a un edificio donde me dice que su familia tiene un apartamento que casi nadie usa, entonces subimos, sacamos un par de vasos de plástico y vamos a la azotea, me encanta la vista se puede ver absolutamente toda la ciudad, me señala un punto a la distancia a ver si logro diferenciar que es, y no puedo hacerlo, luego de varios intentos fallidos me dice que es el museo Dimitrius Demus ¿cómo demonios no lo reconocí? –obvio, él está a mi lado y no pienso con claridad, él me distrae me pone nerviosa y esta despedida multiplicaba por cien todo lo que siento.

Me tiende los vasos de plástico mientras él sirve el vino, no acostumbro a tomar vino pero me gusta este, hablamos de sus planes, con él siempre me resulta fácil hablar y no sé porque.

Me abraza porque nota que tengo frio, comenta para subamos a la parte más alta de la azotea, donde solo se puede llegar a través de unas escaleras, cuando llegamos estamos como a 4 o 5 metros de altura, automáticamente me alejo del borde, porque me ataca la sensación de vértigo, en cambio él se queda en toda la orilla y me jala de la mano para acércame a él, lo abrazo y me dejo reposar en su pecho.

Siento que mi corazón se va a salir del pecho, no sé si por la cercanía entre ambos o porque estoy en la orilla y siento que me voy a caer, tal vez un poco de ambos, -obvio que es más por él que `por mí, él se da la vuelta y me besa, ¡me besa! ¡El beso que espero desde que lo conocí!, es tan épico y perfecto, ¡perfecto! más de lo que esperaba, pone un pie en la escalera y me atrae hacia él, ahora si siento que me voy a caer y me envuelve en sus brazos para darme seguridad, siento que estoy en una escena de un libro de Nicholas Spark, siento que me besan en el aire, estoy flotando, soy la mujer más feliz del mundo y tengo a una ciudad entera de testigo.

Perdí la cuenta de cuánto tiempo estuvimos suspendidos en el tiempo y en el aire, bajamos y nos servimos otro vaso de vino, nos besamos un poco más, hablamos otro poco y decidimos dejar los vasos en el apartamento, al dejar los vasos en la mesa hago un pequeño tour y veo una cama con sábanas blancas, me besa otra vez y me doy cuenta que esta despedida se va a convertir en la más especial de todas…

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