Mala Exnovia
- Carla Messori
- 23 nov 2017
- 2 Min. de lectura
-Los hombres son imbéciles- me digo a mi misma mientras las puertas del ascensor se cierran, ¿Cómo coño cree él que después de dejarme en el puto altar yo me iba a quedar de brazos cruzados? Y peor aun sabiendo que tengo una copia de las llaves de su apartamento, obviamente iba a esperar que se fuera de viaje con su mami –idiota.
Se abren las puertas y me fijo de que no haya nadie en el pasillo, ya que obviamente todos saben que no estamos juntos, fue un escándalo de proporciones épicas, tomo la mochila del piso y me dirijo a su ¡puto apartamento! El 11-B, abro la reja, luego la puerta y enciendo todas las luces, tiro mi mochila al piso y pateo la puerta para que se cierre ¡Todo está igual a la última vez que vine! ¡Como si nada!, aunque eso no va durar mucho tiempo…
Veo los regalos de boda en el piso, hay un juego de vajilla, la tomo y lo acomodo en la mesa del comedor, como si fuera una cena, una cena para uno, tomo un saco de comida para perros que hay en la mochila y lleno el plato con ella.
Voy al refrigerador, hay cerveza y no tiene mucha comida, obvio siempre era yo quien se encargaba de hacer mercado, saco las jarras y les echo colorante morado y azul (los colores de mi boda), saco la poca comida que hay y la guardo en unas bolsas para dárselo a algún indigente y lleno envases de la comida para perros, los pongo en la nevera y dejo una nota en la puerta de este “perro es perro y come donde le sirvan” tomo una de la cervezas para mí.
Voy a Su cuarto, que fue Nuestro cuarto y veo las sábanas que YO compre y saco una tijera, y las corto hasta que sean retazos inútiles y por si fuera poco saco de mi mochila espray morado y azul de esta manera termino de arruinar las sábanas, en el baño todavía hay restos de mi maquillaje y tomo lápiz labial rojo y escribo en el espejo “No debes pedir matrimonio si vas a salir corriendo del altar”
Cuando voy de salida me fijo en unos portarretratos con fotos de nosotros ¡¿Por qué coño no las ha quitado?! De la cocina saco uno de estos martillos para carne y destrozo las fotos de algo que Fue alguna vez muy bonito, se me salen las lágrimas, ¡Maldita sea, como lo odio! Trato de recobrar la compostura para así completar mi pequeña venganza, saco un pescado de una bolsa y lo pongo en el ducto del aire acondicionado.
Veo mi trabajo y se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas, tomo mi mochila, la bolsa de comida, apago las luces, cierro la puerta y bajo, meto las llaves en un sobre que dice “vete al infierno” y las dejo en el buzón de su apartamento, salgo por la reja que ya tenía abierta –Si solo es un pobre imbécil- digo sintiéndome un poco mas ligera.

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